EL INSTITUTO QUIRÓS: CÓBRECES EN EL CORAZÓN
Para nosotros, niños allá por los años cincuenta-sesenta del pasado siglo, el Instituto Quirós (actual colegio de educación infantil y primaria) constituyó una oportunidad única de promoción personal en un entorno rural aislado, extraordinariamente difícil y desfavorable para las familias más humildes, que éramos la inmensa mayoría.
El Instituto Quirós, promovido por los monjes de la abadía cisterciense Viaceli de Cóbreces, permitió que numerosos niños y muchachos de esta comarca pudiésemos realizar los cuatro años de bachillerato elemental con su reválida correspondiente y optar posteriormente a estudios de bachillerato superior, generalmente en Torrelavega.
Recuerdo que los profesores eran pocos y las clases estaban masificadas. Nos jugábamos el curso a un solo examen por materia en junio, en el instituto Marqués de Santillana de Torrelavega, lo cual significaba un nivel de exigencia muy alto durante todo el curso escolar.
Me gustaría traer a la memoria al alma del Instituto Quirós, al Padre Joaquín, quien con una extraordinaria tenacidad y empeño hizo posible, no sin dificultades, nuestra incorporación al mundo académico, y a quien tenemos que agradecer la posibilidad de promocionarnos, en un plano de igualdad, con otras zonas más favorecidas.
Reproduzco las palabras que dediqué al Padre Joaquín, con motivo de su fallecimiento en 1991, publicadas en la prensa regional.
Monje, maestro y amigo: Éramos tantos y tan difíciles para su corta estatura. Y los libros de texto no precisamente santos de nuestra devoción. Pero él -mano firme, corazón tenaz- se propuso casi lo imposible: darnos una oportunidad.
Porque estudiar bachillerato en aquel erial de Cóbreces y comarca hace treintaitantos años era casi un milagro. Pero el Padre Joaquín, valiente, afrontó los elementos: indómitos, ariscos, rudos sin límites, pura y rústica pubertad primaveral.
De él aprendimos no solo la extraña magia de números y letras (álgebra, geografía o ciencias) sino también disciplina, esfuerzo, temperamento, nobleza, rectitud... Y en el fondo de sus amonestaciones siempre encontrábamos reciedumbre de padre, comprensión de amigo, consejo, cariño.
Hoy, con edad y madurez vemos con gratitud la importancia de su empeño educador en unos años en los que las posibilidades de estudiar hubieran sido nulas para nosotros.
Sirvan estas líneas de reconocimiento y homenaje a la memoria de aquel pequeño monje gallego, maestro y amigo, gracias al cual numerosos jóvenes de Cóbreces, Ruiloba, Comillas, Toñanes y Novales, tuvimos la oportunidad, allá por los años 50 y 60, de saber y crecer.
¡Gracias, Padre Joaquín! Descansa en paz.
Hoy es para nosotros una enorme satisfacción enviar a nuestras nietas y nietos al Instituto Quirós, en cuyo edificio fue instalado el centro de Educación Infantil y Primaria, gracias de nuevo al ofrecimiento y la generosidad de nuestros queridos monjes. La historia se repite feliz, ¿no os parece?
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