lunes, 17 de diciembre de 2012



RUILOBA: DESDE EL SELMO AL AMOR DE LA LUMBRE


     Es temprano. El sol ilumina débilmente aún el caserío. Destacan las torres blanquecinas de la iglesia, la ermita del Remedio y el convento de las monjas.

     El mar, de un azul desvaído, rumorea incesante. Los eucaliptos inundan el paisaje de un verde intenso con sus copas apretadas. La mies y la marina nos muestran su cara más suave.

     Al fondo, hacia el oeste, la silueta de Oyambre y la roja mole del Seminario. Los Picos de Europa insinúan tímidamente las primeras nieves. Tras de mí, hacia el monte, el tintineo de unas ovejas. Una brisa fresca me acaricia a ráfagas tenues.




     La paz más absoluta. El eco de un recreo y el humo de algunas chimeneas. He aquí la estampa feliz de este trocito de cielo hacia el que me elevan las torres de Ruiloba y despiertan en mí entrañables recuerdos de infancia.

     Subir al Selmo era una de nuestras escapadas preferidas. Era muy simple. Disponíamos de todo el tiempo del mundo y no nos hacía falta ni pedir permiso. A alguien se le ocurría "¿por qué no subimos al Selmo?" y en un santiamén estábamos monte arriba... Y qué hermosura brincar de piedra en piedra y, jadeantes aún, contemplar el pueblo desde allí arriba. Habíamos superado los límites, la aventura estaba servida...




     ¡Oh, infancia dorada  en compañía de nuestros antepasados..! El monte era para nosotros un mundo desconocido, misterioso; pero Servando, el Pastor, siempre alegre y optimista, nuestro guía en ocasiones, con sus inseparables perros, albarcas y escarpines, tras una marcha de titanes, llegaba el momento del reposo gratificante al amor de la lumbre y de las maravillosas historias de pastores, tudancas, lobos, tormentas... que nos contaba y que encandilaban nuestra imaginación infantil...




     Es temprano. Desde el Selmo, los primeros rayos de sol iluminan intensamente el recuerdo de nuestros seres queridos y de nuestra infancia feliz... ¡Feliz Navidad!







     

viernes, 7 de diciembre de 2012

8 de diciembre... In memóriam



8 DE DICIEMBRE... IN MEMÓRIAM




CANCIÓN DE ACANTILADO

Como mueren tus olas superpuestas
en incesante afán de espuma y nada
van mis ojos tallando en la mirada
verso a verso el dolor que manifiestas.

Si albañal es tu ser ya no hay poeta
que cante tu canción de acantilado
con la cálida voz del vate alado
que en su ciega cadencia la interpreta.

Sortilegios de sal en la memoria
de un Cancio de papel quedan impresos:
Hombre y Mar se confunden en la Historia

donde mar y marinos de amor presos
van bogando en sus versos por la gloria
hacia un pálido mar sin embelesos.

                                                                                                  Loor


8 de diciembre de 1885, nacimiento del  "Poeta del Mar"