viernes, 30 de julio de 2010


OYAMBRE LLORA
BAJO LA LLUVIA Y EL VIENTO
    




    Me gustaría expresar con crudeza lo que desde los años ochenta (Ley de Parque Natural en 1988) vemos que va ocurriendo con Oyambre. Los mismos intereses que van tendiendo lazos a su alrededor, constantemente, cerrándole el paso a la belleza, a la pureza, a la libertad de este hermosísimo paraje natural de Cantabria... Desearía encontrar, como se merece, la forma más descarnada posible de expresarlo...


Oyambre llora
bajo la lluvia y el viento
clamando libertad...



Sus dunas delicadas
¡coronadas de impúdicas alambradas!



Indigna corona de espinas
sobre tan verde cabellera
 a la intemperie marina...




¡Oh, horror de los horrores
para un mar de privilegio!



Oyambre sangra
por sus dunas abiertas
y muere asfixiada
acorralada
socavada sin tregua
su belleza milenaria,
amontonada
grano a grano
ola a ola
viento a viento...



Oyambre,
herida de muerte,
llora
bajo la lluvia
y el viento...

domingo, 25 de julio de 2010


COMILLAS: CONSIDERACIONES SOBRE

"AQUEL" CAPRICHO


     Creció junto al mar con aires de atalaya. Hijo del joven genio universal, su atrevida planta adolescente soñaba vagamente en la penumbra de aquel bosque. Por su piel treparon caprichosas esmeraldas. Árbol, torre o minarete, de su altura al mar asomaba, quijotesca, la figura enjaezada. Sobre el sancho pueblo amodorrado velaba, vigilante, el sueño de los años...




     Nunca fue totalmente nuestro. Corazón callado de Comillas, querido con querer de compañía, su destello latente de verde Cantabria traspasó con creces la cadencia ciega de las cancianas aguas:



En su rincón creció junto a los árboles
y cantaron los mirlos en sus ramas
y se oyeron susurros y oleajes
abrazarse al verdor de su coraza.




     Tal vez, ¡oh arpa becqueriana!, abandonado al desdén del romántico jardín, silencioso y cubierto de polvo, este viejo y bello Capricho esperara la mano de nieve, armoniosa, que supiera interpretar su mágica amalgama con el mundo natural.



     Si esta diminuta catedral del arte de Cantabria, con una restauración sin ostentaciones, respetuosa con el entorno, acorde al espíritu del autor, fiel a su destino original, se hubiera conservado como santuario de arte, de belleza, de poesía, de cultura,  patrimonio de todos,  -desde luego, ningún otro lugar tan indicado como él-  entonces, tal vez, la singular historia del  Capricho  hubiera tenido un final feliz.

     Mas la dura y prosaica realidad sobresaltó el placentero sueño de este faro coronado de intensa fantasía vegetal. De puro objeto de placer contemplativo, desvirtuado el concepto del artista, la genuina quimera generadora de ensueños es transformada bruscamente en pantagruélica posada.



     Pero ésta es ya otra historia y otros son sus protagonistas...

Anclado estaba el Capricho
soñando su verde sueño
en vergel paradisíaco
de centenario silencio.

Jardín de dulces suspiros
rincón de encanto y misterio
de un Gaudí paraje digno
que su verde elevó al cielo.

Verde del verde Capricho
torre de verdes destellos
verde árbol en un nido
de árboles verdes y esbeltos.

Arte, belleza, delirio
de Naturaleza e ingenio,
los árboles y El Capricho
conjunto cuasiperfecto.

¿Dónde está el verde recinto
que al Capricho daba cuerpo
verdes árboles altivos
extensión del monumento?

¡Oh, magnífico equilibrio
de un lugar de privilegio!
En Comillas al Capricho
le arrancaron su secreto.

Publicado en el  diario "Alerta" el 30 de julio de 1989


EL CAPRICHO, HOY


     Naturalmente,  El Capricho de Gaudí se ha convertido en el principal centro de atención de la inmensa cantidad de visitantes que acuden a Comillas. Tras numerosas vicisitudes, se da la circunstancia de que hoy se encuentra cerrado el restaurante y prohibidas las visitas, con la consiguiente decepción de turistas y lugareños. Se comenta que el propietario japonés abrirá el Capricho al público por la "módica" cantidad de 5€. ¡Ver para creer!


      Y, efectivamente, se abrió y recibe cientos de turistas todos los días...


jueves, 22 de julio de 2010


COMILLAS, RÉQUIEM POR SOLATORRE


     Curva a curva el viajero, procedente de San Vicente de la Barquera, va bordeando la amenazada belleza de Oyambre hasta dejar atrás el puente ciego que secciona y enfanga la Ría de la Rabia. Por fin, la carretera se endereza a lo largo de algo más de un kilómetro flanqueada por dos hileras de grandes árboles de edad que se cierran en una bóveda vegetal muy elevada. El viajero se encuentra en el monumental Paseo de Solatorre que conduce directamente al centro de Comillas.


     Cuentan que, antiguamente, descendiendo por esta carretera desde el alto de Rubárcena entre mieses y prados recién segados, se divisaba al fondo del pequeño valle, junto al cruce de caminos, la silueta erguida de un hermoso y solitario torreón. Hoy el viajero, tras el telón de plátanos y chopos centenarios, sólo podrá apreciar en dichos campos una saturación de recientes edificaciones adosadas de dudoso gusto.

     El viajero, que va de paso, con toda seguridad se sentirá deslumbrado y seducido por el intenso resplandor vegetal que inunda la carretera y se verá obligado a reducir la velocidad de su coche. Observará entonces con admiración cómo la avenida se dilata  y ahonda bajo la elevada bóveda vegetal sostenida por multitud de columnas salomónicas de voluminoso fuste. Un cielo azul y un sol radiante se cuelan por las caprichosas vidrieras de esta inopinada catedral.


     Tal vez el viajero se detenga impresionado por la estatura de alguno de estos colosales plátanos dignos de figurar con todos los honores en el catálogo de árboles monumentales de Cantabria. Y si bajo su gratificante sombra se aproxima a ellos, podrá comprobar con fascinación la excepcional robustez y diámetro de sus troncos así como el elevadísimo universo vegetal de su follaje irisado por la luz y el aire.

  
      Advertirá también con indignación cómo algunos ya han sido talados, otros brutalmente podados y cómo otros presentan grandes cicatrices en sus troncos causadas por el fuego con que son quemados con su propia hojarasca en una práctica salvaje, posiblemente con la intención de que se pudran y un fuerte viento los derribe.

     El viajero no sabe, porque va de paso, que Solatorre tiene las horas contadas. Un disparatado proyecto de ampliación de carretera destrozará sin más consideraciones este particularmente valioso, bello y frágil paseo monumental. Si lo supiera, sentiría inevitablemente estupor e incredulidad y pensaría que en los umbrales del siglo XXI ya no es posible cometer semejante atrocidad, cuando en Europa y en gran parte del mundo se ha izado muy en serio la bandera de la conservación del árbol, el representante más expresivo para el hombre de hoy de la Naturaleza viva.

     El viajero también ignora que aún no se ha erigido una placa conmemorativa que recuerde la histórica visita en 1990 de S.M. La Reina de España, que rubricó expresamente con su presencia soberana la protección y conservación del Parque Natural de Oyambre, del que el Paseo de Solatorre constituye un pórtico de entrada natural ideal, suavizando velocidad en los vehículos e indicando al visitante la presencia del parque y de su primoroso paisaje.

     Si conociera la inminente amenaza de su destrucción, este amable viajero intentaría sin duda evitar semejante insensatez y gritaría con todas sus fuerzas ante la impasibilidad y complicidad general que Solatorre puede y debe salvarse. Trataría de explicar que una de las características que confieren mayor belleza a los árboles ornamentales y la que les da mayor nobleza es su longevidad y que si se destruye este magnífico paseo arbolado que forma parte del patrimonio de todos los ciudadanos, sólo se conseguirá despersonalizar el paisaje, asolarlo y convertirlo en vulgar e insignificante.

     Repetiría una y mil veces que las consecuencias inmediatas de una carretera excesiva para el Parque serían únicamente la elevación de la velocidad y el aumento de la presión sobre su privilegiado paisaje de la especulación inmobiliaria, en contra de lo que , en su exposición de motivos, recoge la letra y el espíritu de la Ley 4/1988 por la que se declara a Oyambre Parque Natural. Y que, con actuaciones puntuales apropiadas y respetuosas con el entorno en la carretera actual, sería más que suficiente para su densidad de circulación, sin devaluar las excepcionales condiciones naturales del lugar.

     Nuestro querido viajero tal vez sólo desearía añadir que hablar de la desaparición de un paisaje no es ninguna frivolidad y que el desarrollo turístico, si quiere garantizar y revalorizar su continuidad, debe preservar necesariamente de la degradación la fisonomía de pueblos y paisajes, así como mantener y potenciar las actividades básicas con una extraordinaria proyeccción de futuro sobre toda la zona como es Oyambre.

     Sin embargo, viajero imaginario, ajeno a tan siniestros despropósitos,  te encuentras aún extasiado contemplando la oxigenante grandeza de estos árboles y el ímpetu que nos traen de otro tiempo, la altivez y fortaleza de su porte y en definitiva su singularísima disposición y belleza. Reanudas tu marcha sin sospechar siquiera que la prisa y el progreso derribarán en breve el vigoroso esplendor de su estatura.

Publicado en el diario "Alerta" el 15 de agosto de 1998

SOLATORRE, HOY



     Solatorre, hoy, convertido en un hermosísimo paseo arbolado monumental y peatonal para disfrute de todos los ciudadanos.

miércoles, 21 de julio de 2010


SANTILLANA DEL MAR Y SU ENTORNO



     No descubrimos nada nuevo al afirmar que Santillana del Mar, gracias a la primorosa conservación del conjunto arquitectónico en toda su integridad es, sin duda, la meca turística de Cantabria.

     Este admirable esfuerzo de conservación hace posible que hoy nuestra monumental villa medieval sea, ante todo, un lugar de encantamiento. Sólo hay que dejarse transportar por el heráldico silencio de sus calles hacia un tiempo imaginado del pasado del que Santillana es increíble reliquia viva.

     Gracias, insisto, a este enclave único aislado del atosigante asfalto, nuestro espíritu puede retroceder en el tiempo en una especie de seductora ensoñación que nos invade y conmueve.

     Precisamente por esta fiel proyección del pasado y su capacidad de transportarnos al mismo es Santillana del Mar un patrimonio de incalculable valor con una asimismo extraordinaria proyección de futuro del que somos responsables valedores.

     Y es esta capacidad de traslación real en el espacio e imaginativa en el tiempo la que Santillana del Mar debe conservar en toda su pureza. Por lo que cualquier actuación, por mínima que sea, que afecte tanto al apiñado caserío de sus calles confluentes como al marco paisajístico que rodea la población debe ser sumamente meditada.

     Exponer la villa al inpacto del ruido y de la velocidad es una temeridad de imprevisibles consecuencias; sacrificar el monumental arbolado de sus inmediaciones al dios automóvil, una profanación injustificable e intolerable. Santillana del Mar necesita un entorno armónico con su monumentalidad que amortigüe velocidad y predisponga el ánimo del visitante para el espectáculo de piedra empañada por los siglos que le aguarda.

     Un entorno que, al mismo tiempo, ha de servir de escudo protector al núcleo antiguo de la población dificultando el constante asalto de automovilistas que, ciertamente, son su peor enemigo.

     Por lo que , bajo ningún concepto, debe Santillana desprenderse de este arbolado de edad que en sus inmediaciones y por las tres carreteras de acceso(desgraciadamente en una de ellas ya se ha eliminado) constituyen el mejor signo visible de cívica bienvenida así como complemento ornamental imprescindible de una villa que se enorgullece de su historia y monumentalidad.

     Santillana del Mar y su entorno constituyen un patrimonio que ha de conservar forzosamente, con toda autenticidad, su carácter antiguo. Sus fachadas no pueden convertirse en un escaparate folclorista y de ningún modo este excepcional patrimonio puede ser objeto de egoístas intereses particulares, improvisados desarrollismos o personalismos pasajeros.

Diario Alerta, 8 de septiembre de 1989

SANTILLANA DEL MAR, HOY



Santillana, un mar de souvenirs


Santillana, mercadillo permanente


Santillana, belleza devaluada


Santillana, sin comentarios...

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martes, 20 de julio de 2010

COMILLAS, ¿A ESQUILMAR EL MAR?


     No se sabe si las algas fueron lo primero. Lo que sí se sabe es que la playa ya estaba ahí, hermosa y pura como una diosa, recostada contra los verdes prados que la rodeaban cuajados de juncos y margaritas... La salmodia del mar con variaciones junto a los eventuales violines del viento eran el mágico mundo que la cortejaba.

     Dicen que un radiante día dos gaviotas descendieron suavemente sobre su piel morena: tan bella era la playa que anidaron en ella para siempre. De lo que sí estamos seguros es de que las olas, de cuando en cuando, orlaban su sien con diademas de algas maduras... En la noche de los tiempos todo era posible.

     Y pasaron esos tiempos -no se sabe cuántos, porque entonces el tiempo sólo era tiempo y no se estrechaba en segundos ni existían las horas extra-, hasta que un buen día (que dieron en llamar 1486) un puñado de pescadores emigrados de San Vicente formaron una pesquería en el lugar de "Cumillas".


     De esto no cabe la menor duda: los pescadores quedaron prendados de la diosa hasta nuestros días. Aún hoy repiten diariamente el rito de sus antepasados: salir al mar, echar la red, navegar la vida sobre el viento y el abismo. Son hombres sufridos, callados, curtidos de sol, sal y soledad, con la mirada al fondo, amigos de los peligros... Ellos han sido desde entonces el alma de Comillas.

     La historia nos cuenta de su rivalidad con los privilegios de Llanes y San Vicente, de su pugna secular, de su energía, de sus correrías pesqueras hasta Irlanda en el siglo XVI, legendarios cazadores de ballenas -¡oh piedra de la ballena!- en el XVII construyeron el puerto y la iglesia  costeados por el propio pueblo en un alarde de tesón y sacrificio, cuna de indianos, navegantes, etc., en el XIX y XX... Comillas y el mar, inseparablemente unidos.

     Y aún hoy las algas -algas de arribazón- continúan orlando en ciclo milenario las costas del Cantábrico: bendito maná que el mar nos da todos los años. Y por arte de la técnica, la materia prima del agar-agar se convierte en el fruto codiciado, rico tesoro en el fondo de nuestros mares. Y en nombre del "desarrollo", del aprovechamiento, de la eficacia, de la productividad, de la rentabilidad (¿para quién?), ya no se respetará la milenaria ley del mar y se extraerá (¿se arrancará, se segará?) el vergel de sus entrañas.

     ¿Serán las algas pasto fundamental de nuestros peces, indispensable mantillo del mar, hojarasca de bosques sumergidos, crisol donde se cuece, en el insondable abismo de los mares, el misterioso vaivén de la vida milenaria? ¿Qué consecuencias traería consigo la destrucción de los hermosos prados submarinos a medio y largo plazo? ¿Quién lo sabe con certeza y quién nos garantiza que no va a ocurrir así?

     ¿Y qué decís vosotros, pescadores, administradores del mar desde tiempo inmemorial, que, de pronto, sin pediros permiso, casi a codazos, os parcelan vuestras aguas, os usurpan vuestros fondos, aquellos que os daban el sustento, a cambio de no sé qué pretendido desarrollo? ¿Quién os asegura, quién os garantiza que no se empobrecerán más vuestros mares, que no desertizarán sus fondos, que no esquilmarán el manantial que os mantiene en vuestro amado mar?

     No se sabe si las algas fueron lo primero. Lo que sí se sabe es que, si las abandonamos a su suerte en manos de personas sin escrúpulos, tal vez en mucho tiempo no volvamos a ver sus ramilletes maduros cada vez que el otoño sacuda nuestras costas. Y vosotros, pescadores, veréis disminuido aún más el pan vuestro de cada día. No os quepa duda.

Publicado en el Diario Montañés el 24 de junio de 1989


LAS ALGAS, HOY


     ALGATECSA,  la fábrica creada en Comillas para la siega, recogida y transformación de las algas, que prácticamente no llegó a funcionar, se ha convertido en una cochera para autobuses.

  

sábado, 17 de julio de 2010


FONFRÍA EN EL RECUERDO

     Sin remedio, Virgen de los Remedios. Centenario sombrío para Ruiloba. Quien dirigiera sus ojos hacia la humilde cala, ¡qué tristeza debió sentir en el alma! ¡Cuántos recuerdos de adolescencia, de soledad enamorada, de amores compartidos en tus brañas! ¡Oh Fonfría de nuestros años dorados entre tus rocas milenarias! ¡Oh Fonfría de nuestros baños tranquilos y felices, de nuestras tardes en familia, de nuestras amistades, de nuestra infancia, de nuestros antepasados! ¡Quién viera tus brañas verdes contra el luminoso azul del Cantábrico..! ¡Cómo lo permitiste, Virgen de los Remedios!


Verdes brañas de Fonfría
paraíso de Ruiloba,
donde tus hijos venían
a disfrutar de las olas.

Medialuna del pedrero
de blancas piedras redondas,
ya no oiremos vuestros ecos
al descender de las olas.

Ni las llampas de cacea
las mejores de la zona
quedarán entre las piedras
de nuestra querida costa.

¿Qué será de aquellas lastras
puntiagudas, arenosas,
que remansaban tus aguas
del Butrón a la Pozona?

¿Y aquella chiquillería
que entre la espuma y las rocas
de tu paz y tu armonía
guardamos feliz memoria?

¡Oh rincón puro y salvaje
antiguo como la historia!
¡Cuánta emoción al mirarte
sentimos los de Ruiloba!

¡Ay tolanos, regalamos
nuestra más preciada joya!
Que otros se llenen las manos
con lo que a todos nos sobra.

¡Ay, Virgen de los Remedios!
¿Dónde están las verdes lomas
que contra el azul del cielo
te coronaban de gloria?

¡Quién viera los verdes prados
junto a tu ermita, Señora!
En llagas de lodo y barro
los han convertido ahora.

Ensombreció el centenario
la voraz excavadora.
¡Qué dolor de Santuario
sin su ancestral aureola!

Desarrollo inusitado
que nuestra identidad borra.
Si nos cambian lo sagrado
Ruiloba ya no es Ruiloba.

 "Entre Comillas", agosto de 1987



FONFRÍA, HOY







¿Fonfría o Fonfea? En cualquier caso ya no es la nuestra...

viernes, 16 de julio de 2010


  NOBLE PIEDRA DE CANTABRIA



     Sres. de la redacción y dirección de la revista "Cantárida": No sé si esta sencilla composición en forma de romance popular os puede servir para publicar en su revista.

     Alabo vuestra labor en un ambiente caciquil y paternalista como existe en nuestros municipios tan dados a personalismos de toda índole. Espero que aunque sin subvención, continuéis nucleando la cultura de nuestra zona tan necesitada de dinamismo y concienciación en temas tan fundamentales como son la defenda y conservación de nuestros patrimonios naturales, monumentales, costumbristas, legado de nuestros antepasados y de los que nosotros hemos de ser correa de transmisión hacia el futuro. Así como impulsar definitivamente esa cultura y esa inquietud cultural tan mermadas en nuestros pueblos.

     Luchar contra el desarrollismo especulador y la estrechez de miras de nuestros gobernantes es una labor de todos en la que vuestra revista cumple un inmportante papel. ¡Ánimo!



Noble piedra de Cantabria
de nuestros pueblos creadora,
en muros, casas, caminos,
iglesias, montes y costas.
Piedra blanca que destaca
sobre el verde que desborda
estos prados y montañas
que de cántabros son honra.
Humilde piedra tallada
por manos sabias y toscas
de canteros que con ellas
labraron múltiples formas.
Desde el camino empedrado
hasta la hidalga casona,
pasando por las ermitas
y las ruinas de Julióbriga.

Escudos en Santillana
que de piedra es una joya,
desde el suelo a los sillares
hasta el claustro que es su gloria.
En las cuevas de Altamira
fue la piedra portadora
de las rupestres pinturas
desde la oscura Prehistoria.

Pero la obra maestra
que nuestros ojos asombra
está labrada en la piedra
que por los Picos de Europa
el agua con su paciencia
 de siglos fue dando forma.

Desfiladeros, gargantas,
grandiosos y caprichosas
para deleite del hombre
que, pequeño, se impresiona.
Magnates del hormigón
marcaron su horrible impronta:
La Hermida armada de muros
en su corazón de roca.

¡Oh piedra de los cantiles
que al mar encierras celosa
y sufres las embestidas
de sus olas poderosas,
y cuando bella se encuentra
la meces tan amorosa!

¡Oh morios desmoronados
que sois línea divisoria
grito claro de una raza
independiente e indómita!
Se cargaron en Cabuérniga
vuestra nobleza redonda,
que la prisa y el "progreso"
de los dineros presionan
y en tu lugar nos han puesto
pastiche de poca monta.

Empedrado del camino
humilde signo sin gloria,
de toda la piedra eres
la que peor nos soportas.
Fuiste lecho de los pasos
de tantas buenas personas
que habitaron estas tierras
feraces y encantadoras.
Ha llegado tu agonía,
no respetan tu memoria,
te arrancan como si fueras
despreciable y ruin escoria.
Empedrado del camino,
pequeñas piedras preciosas,
compañero nuestro eras
desde la romana Historia.
Llegaron nuevos caciques
con su pala excavadora,
su ignorancia prepotente
te destruye sin demora
o te tapan con asfalto:
¡negros presagios nos rondan!

Y yo digo a todo el mundo
si no es verdad que nos borran
lo que nos une a la tierra
a la sangre y a las Historia.

"Cantárida", junio de 1989




  AL ÁRBOL DE LOS CAMINOS
PLÁTANO DE SOPEÑA


     Sr. Director de la revista "Cantárida": Si os parece digna, ruego aceptéis esta pequeña colaboración que, en relación con el conocido tema del "Plátano de Sopeña" se me ocurre como carga emotiva en defensa de los árboles, que, por esos caminos de Catabria, van cayendo sin pena ni gloria, sin tener en cuenta que forman parte de esa retina común de pueblo que tan familiar se nos ha hecho desde siempre.



    
     El "Plátano de Sopeña" es uno más de tantos, víctima de un desarrollismo avasallador y sin tacto, irrespetuoso y electoralista que nos va esquilmando esos datos nuestros, tan característicos de nuestro paisaje y que con una gestión más racional y coherente podemos salvar fácilmente.

     Os ruego aceptéis también mi anonimato como expresión de romance popular que nace de las personas sin nombre, pero que estamos aquí y sentimos tanta falta de amor y respeto por nuestras cosas. ¡Gracias!


¡Ay, plátano de Sopeña
cien años mudo testigo
de las labores de un Valle
asaz desagradecido!

De las raíces al cielo,
Manuel Llano, fiel amigo,
con dolor de tala breve
le amenazan tus vecinos.

Si vuestros antepasados
respetaron su ser vivo
¿seréis vosotros capaces
sin razón, de destruirlo?

No borréis tales raíces,
que en este plátano altivo
esencias hay de la historia
heredad de vuestros hijos.

¡Ay, cabuérnigos sensatos,
no se oyen vuestros gritos!
¡Noble juventud del Valle,
no "paséis" de vuestros signos.

Que quienes mandan ahora
pasarán pronto al olvido.
Si no defienden el lar
afrontad sus desafíos.

¿Qué va buscando el viajero
en vuestro valle bendito?
¿El asfalto del sendero
o ese sabor de lo antiguo?

¿La voraz velocidad
va con el Valle tranquilo?
¿Perderá su identidad,
armonía y equilibrio?

¿Esa personalidad,
no estará en grave peligro?
¿Volverán a colocar
vuestros morios en su sitio?

¿No se pueden mejorar
sin destruir los caminos?
¿No será lo electoral
lo que buscan los políticos?

¿A quién puede interesar
abril el Valle al bullicio?
¿Tras la autovía vendrán
el cemento y el ladrillo?

Al poco tiempo no habrá
ni el mínimo parecido
con el auténtico Valle
de bosques, prados y ríos.

Que hagan la carretera
y que la hagan con mimo.
Estáis en vuestro derecho
de dar primero permiso.

¡Ay, plátano de Sopeña,
qué incierto es tu destino!
Eres símbolo en Cantabria
del árbol de los caminos.

"Cantárida",  noviembre de 1988


EL PÁTANO DE SOPEÑA, HOY



De puro milagro, sigue en pie.

martes, 13 de julio de 2010


SANTA JUSTA EN EL MAR DE SANTILLANA




     Santa Justa, en la localidad de Ubiarco, constituye, a mi entender, una de esas pequeñas reliquias del paisaje costero de Cantabria dotada de fuerte personalidad que merece la pena conservar y proteger de cualquier intento bien intencionado que pretenda "mejorarla".

     El resultado pudiera ser, en un espacio natural tan reducido pero de un extraordinario valor paisajístico, la intervención abusiva y la incorporación de materiales y formas ajenas o agresivas con la palpitante y a la vez reposada pureza y serenidad de aguas y roquedales.

     Dos enclaves por su proximidad y similitud con Santa Justa sirven de ejemplo de explotación exagerada de estos estupendos retazos de paisajes de acantilado: Fonfría en Ruiloba y Puerto Calderón en Oreña, bellísimas ensenadas en las que se ha instalado la fealdad más definitiva sin consideración alguna para el paisaje.

    
      Pero volvamos a Ubiarco y por la carretera que conduce a Santa Justa entre magníficos senos llenos de tierra rabiosamente verde, nos internamos finalmente por un gran ventanal abierto en unas casas blancas y derruidas.

     Al otro lado, dos senos gemelos desnudan sus costillares de piedra desgarrada y se sumergen en la inquieta inocencia de las aguas. Del tendal del horizonte pende un retal de mar a la intemperie. Silencio y paz en este trocito de paisaje cavado por el tiempo y por la historia. Silencio de viento y ola, gaviota y alga.

En la mar la caracola
en la caracola el mar.
Hay un silencio de olas
en la cueva de coral.


    

 Cobijada en su inmensa caracola, adosada al cantil bajo el corte curvado de unas lastra ("ubi arco"), allí enfrente, se yergue la ermita como una vieja nave abandonada sacudida por las aguas. Acurrucada, escondida, casi irreal, fantástica... Anclada a su propia soledad verde y azul, varada entre las enormes peñas del murallón que la sustenta, a sus plantas las olas rezan sin cesar la eterna canción de acantilado.

    
      Como todo paisaje que conserve plenamente su carácter natural, Santa Justa estará siempre esperándonos para ofrecernos el mágico goce de su contemplación. La recogida íntima que Santa Justa suscita debe permanecer intacta y no verse turbada por la presencia descarada de cualquier tipo de construcción.

     En todo caso alguna actuación puntual que no suponga modificación visual alguna de este hermosísimo y singular paisaje en los acantilados de Santillana del Mar. Oculten o supriman, eso sí, aquella horrenda pincelada de hormigón trazada junto a la ermita.
Publicada en el Diario Montañés el 26 de mayo de 1998


    SANTA JUSTA, HOY





Sin comentarios. ¡Juzguen ustedes mismos!