martes, 9 de mayo de 2017

¿Habéis escuchado alguna vez un amanecer en primavera?




¿HABÉIS ESCUCHADO ALGUNA VEZ
UN AMANECER EN PRIMAVERA?


    ¿Habéis escuchado alguna vez con atención un amanecer en primavera? Bueno, he de confesar que yo tengo el tiempo suficiente y la ventana abierta entre árboles de edad donde los pájaros se sienten seguros. Un lugar ideal para el caso.

    Pero es necesario estar preparado antes de que comience el espectáculo, porque se trata de un auténtico y extraordinario espectáculo, os lo aseguro.

    Aún es de noche, los árboles se confunden con la oscuridad y el fresco de la mañana te invita a una pequeña espera de agradable concentración y misterio.




    Da la impresión de que no va a amanecer jamás. De pronto, un tímido piar rompe el silencio. Aún es noche cerrada, sin embargo es un primer aviso de que poco a poco se aproxima. Tal vez los pajarillos se tomen su tiempo para despertar y desentumecerse.

    Y así es. Al rato pía de nuevo. No se trata de un canto, si no de un simple piar. Parece que en el cielo, allá hacia el este, sobre el horizonte, comienza muy lentamente a clarear. Ya deben ser dos o tres los pajarillos que pían de vez en cuando alternativamente. 

    De pronto, un breve guirigay, cortito, como si el músico estuviera afinando su instrumento, porque se trata de un auténtico concierto y de unos extraordinarios músicos. Y al igual que en la orquesta antes de interpretar la obra todos afinan sus instrumentos, aquí ocurrirá lo mismo.




    ¿Sabéis que de niños conocíamos los pajarillos por su canto aún sin verlos? Igual que en la orquesta los diferentes instrumentos cuando interpretan. Pues aquí va a suceder lo mismo y eso es lo maravilloso del caso.

    Aunque en la lejanía comienzo a distinguir el horizonte, claridad arriba, oscuridad abajo, aquí los árboles siguen sumidos en la noche. Pero el guirigay de los diferentes pajarillos se anima, se suma, se entremezcla. Parece que pronto comenzará el espectáculo.

    Siempre hay un impaciente que se decide y canta la primera estrofa. Y la competición está servida. La contestación no se hace esperar y otro pajarillo igual  responde con la misma copla. Poco a poco la melodía de estos dos se alarga, se eleva se embellece.




    Pues cuando todos los pajarillos de las diferentes especies se someten poco a poco y a la vez a esta multitudinaria competición, las melodías y el amanecer se funden en un extraordinario concierto que se prolongará hasta que desaparezcan las sombras de la noche.

    Los divos destacan por su potencia, con su bellísimo canto sobre innumerables melodías más suaves pero igualmente hermosas. Son momentos de una intensa emoción, de una serenísima belleza. La ejecución es siempre magistral y desde el palco privilegiado de mi ventana me rindo al sublime arte de los pajarillos.

    Poco a poco, a medida que clarean las sombras, la intensidad, la medida, la frecuencia de las melodías van decrescendo, las rivalidades cantoras cesando hasta que el día termina por extinguirlas.

    ¿Habéis escuchado alguna vez con atención un amanecer en primavera? Os lo recomiendo. Es uno de los espectáculos más bellos de la Naturaleza.


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