AÑORANZA POR LA MAÑANA
(POEMA PARA OLMO Y LEO)
Las visitas son intensas y frecuentes. De pronto
la casa de los abuelos se llena de besos, de abrazos
de alegrías sin fin. Olmo y Leo invaden
nuestra calma cotidiana.
El salón se llena de juguetes
la mesa de papel continuo para pintar.
Hay que dar de comer a la gatita Huma, a las ardillas
al pequeño petirrojo. Retozaremos
entre margaritas, bajo las higueras, jugaremos
al escondite entre las rocas, perseguiremos
mariposas, cantaremos
caracol col col a la caracola
que llueva que llueva a las nubes
debajo un botón a Martín
y otras canciones que Olmo se inventa
sobre la marcha.
A Leo le toca gatear
subir una y otra vez las escaleras gateando
observarnos con atención
participar en el juego a su manera
perseguir con el índice a los pajarillos
decir papá, mamá, "Omo", agua y poco más
pero sobre todo reír, comer, dormir
estar en el brazo de todo el mundo
y preguntar con el índice por todas las cosas
habidas y por haber.
Las visitas son intensas y frecuentes
dos, tres días una vez al mes
y de pronto desaparecen
y la mañana siguiente se llena de desayunos desganados
de silencios que nos persiguen por los pasillos
de una calma repentina que poco a poco se hace rutina
y echamos dulcemente de menos su lluvia de besos
de abrazos, de alegrías sin fin.
Es la añoranza de la mañana
siguiente...
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...
Me suena esa añoranza, que la hay hacia los dos lados. ��
ResponderEliminarEs recíproca. Gracias, Anónimo, por comentar. Un saludo.
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