miércoles, 21 de julio de 2010


SANTILLANA DEL MAR Y SU ENTORNO



     No descubrimos nada nuevo al afirmar que Santillana del Mar, gracias a la primorosa conservación del conjunto arquitectónico en toda su integridad es, sin duda, la meca turística de Cantabria.

     Este admirable esfuerzo de conservación hace posible que hoy nuestra monumental villa medieval sea, ante todo, un lugar de encantamiento. Sólo hay que dejarse transportar por el heráldico silencio de sus calles hacia un tiempo imaginado del pasado del que Santillana es increíble reliquia viva.

     Gracias, insisto, a este enclave único aislado del atosigante asfalto, nuestro espíritu puede retroceder en el tiempo en una especie de seductora ensoñación que nos invade y conmueve.

     Precisamente por esta fiel proyección del pasado y su capacidad de transportarnos al mismo es Santillana del Mar un patrimonio de incalculable valor con una asimismo extraordinaria proyección de futuro del que somos responsables valedores.

     Y es esta capacidad de traslación real en el espacio e imaginativa en el tiempo la que Santillana del Mar debe conservar en toda su pureza. Por lo que cualquier actuación, por mínima que sea, que afecte tanto al apiñado caserío de sus calles confluentes como al marco paisajístico que rodea la población debe ser sumamente meditada.

     Exponer la villa al inpacto del ruido y de la velocidad es una temeridad de imprevisibles consecuencias; sacrificar el monumental arbolado de sus inmediaciones al dios automóvil, una profanación injustificable e intolerable. Santillana del Mar necesita un entorno armónico con su monumentalidad que amortigüe velocidad y predisponga el ánimo del visitante para el espectáculo de piedra empañada por los siglos que le aguarda.

     Un entorno que, al mismo tiempo, ha de servir de escudo protector al núcleo antiguo de la población dificultando el constante asalto de automovilistas que, ciertamente, son su peor enemigo.

     Por lo que , bajo ningún concepto, debe Santillana desprenderse de este arbolado de edad que en sus inmediaciones y por las tres carreteras de acceso(desgraciadamente en una de ellas ya se ha eliminado) constituyen el mejor signo visible de cívica bienvenida así como complemento ornamental imprescindible de una villa que se enorgullece de su historia y monumentalidad.

     Santillana del Mar y su entorno constituyen un patrimonio que ha de conservar forzosamente, con toda autenticidad, su carácter antiguo. Sus fachadas no pueden convertirse en un escaparate folclorista y de ningún modo este excepcional patrimonio puede ser objeto de egoístas intereses particulares, improvisados desarrollismos o personalismos pasajeros.

Diario Alerta, 8 de septiembre de 1989

SANTILLANA DEL MAR, HOY



Santillana, un mar de souvenirs


Santillana, mercadillo permanente


Santillana, belleza devaluada


Santillana, sin comentarios...

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